Thursday, March 23, 2006

El Bandido de Robert Walser

La vida dice: "No necesito vuestra ayuda, preocupaos por vosotros", y creo que con razón: la escuela debe ocuparse de lo suyo, la escuela tiene que preocuparse de ser en todos los aspectos -o sea, exclusivamente- escuela. La vida ha tenido siempre su propio fondo, su particular, eterno y sumamente inescrutable destino. No es asunto de la escuela comprender la vida e integrarla en la eduación. De la educación vital ya se ocupa la vida, y siempre a tiempo. Si la escuela está al servicio de sí misma e instruye a los niños únicamente en su propio espíritu, la vida encontrará mucho más interesantes a los niños de esta clase, y puede incluso que los reciba con los brazos abiertos y les dé a conocer sus riquezas. Pues también la vida quiere a su vez instruir es su espíritu a quienes ya no van a la escuela. Si a los niños se les inculca el espíritu de la vida ya en la escuela, mas tarde, cuando llega su turno, la vida se aburre solemnemente. Es entonces cuando bosteza y dice: "Dejadme dormir. Me habéis quitado mi función. Los niños ya lo saben todo. ¿Qué pretendéis que haga con ellos? Saben más cosas de la vida que yo misma". Entonces todo marcha y sin embargo se detiene, y es como un sueño. La vida se abre tan sólo a quien confía en ella. Proporcionar a los niños conocimientossobre la vida ya desde la tierna infancia no denota sino miedo, y con este tipo de precauciones no se llega muy lejos. ¿No deberíamos regresar, tan preocupados como estamos, a la antigua despreocupacion? "Si tan mala os parezco", dice la vida, "¿por qué venís a mí?" Es mejor que lo dejéis. Si no me permitís que me ría de los palurdillos sin experiencia, entonces todo me da igual. ¿Qué no queréis sufrir? Pues tampoco habrá placeres. Empezáis con mal pie si tratáis allanaros el camino. Me encuentro con demasiada gente justa que pretende dominarme. ¿Y si dejara de atenderlos? ¿Y si no les diera de beber de mis fuentes o cerrara mis tesoros con candado? ¿Cómo van a disfrutar los hombres si no disfruto yo con ellos? Y me vienen todos con su arte de la vida, pero sólo tienen eso, arte, a mí no me tienen. Sólo en mí podrían encontrar el arte; aunque, si lo encontraran, dejarían de llamarlo así. Que debería abstenerme de hacerlos infelices, me dicen. Pero ¿cómo van a ser felices, cómo van a sentir lo que es la felicidad, si la felicidad es tan inseparable de la infelicidad como la luz de la sombra? Ya no desean lo bueno y lo malo, sino solamenteel bien, un capricho irrealizable. Y que ahora me comprenden a la perfección: pero ¿qué es lo que han ganado? Arrogancia, nada más que arrogancia. Y siguen sin haberme comprendido. Jamás tendrán la sensibilidad suficiente. Y cómo me quieren, sí. Ese gran amor por mí. Que mal gusto. Y luego pretenden disfrutar hasta de mi último rincón. Y se quedan todos con las ganas. ¿Cómo iban a sacarme todo el jugo? A mí me gustan quienes no pretenden disfrutarme, quienes veo ocupados. Esos que tanto me aprecian, en cambio, se me antojan unos ineptos. Hay que ver con qué rapidez los pesados se tornan despreciables. Demasiado ansiosos como para ansiarlos. Sin embargo, quienes buscan el placer pasan a menudo por las ganas devivir. No es gente seria y resulta por lo tanto aburrida, y tienen que aburrirse conmigo porque yo me aburro; y porque no quieren ser gente seria, su situacion se pone seria, y también la mía, o no, la mía no, y no hay nadie que me entienda, aunque todos me hayan entendido hace ya tiempo, pero siempre lo olvidan e intentan descubrirlo otra vez, y lo descubren y lo vuelven a olvidar de nuevo, y ya no lo descubren nunca porque tienen mucho que hacer, están ocupados adueñandose de mí, ellos, que son míos, como son míos muchos otros que lo ignoran". Su sabiduria no va más alla de los problemas, y se esfuerzan ciegamente en gustar, pero entretanto han crecido más niños, y la infancia; y que dos personas se junten para tener niños, y el éxito de la educación, y el saber y el esfuerzo por construir un monumento a partir de infinitas formas, un monumento que retornará siempre, una y otra vez,y la vida sabe y es ignorante, es torpe y tirana como un niño, un puntito infinitamente grande, y el bandido volvía a tener prisa....